Como me dijo un buen amigo, el titulo para esta nota podría ser HORROR y, pero me pareció demasiado para el pobre McIlroy que todavía hoy, y no sé por cuánto tiempo más, tendrá en su cabeza esos cuatro hoyos finales que marcaron el destino de la edición 124 del US Open. Este juego que tanto disfrutamos, hay veces que no sé cómo lo hacemos, nos volvió a traer un final increíble, con dos de los mejores del mundo intentando resolver en esos hoyos finales el acertijo que plantea Pinehurst. Ninguno de los dos lo pudo hacer, pero uno de ellos pegó un golpe, quizás uno de los mejores en la historia del campeonato, que inclinó la balanza a su favor.
Para entender un poco más lo que sucedió en Pinehurst hay que empezar hablando del escenario. No hay en Estados Unidos una cancha que se le parezca a la #2. Por mucho que se esfuercen los nuevos arquitectos jamás hasta el momento han logrado diseñar/construir nada parecido. Pinos y arena fue lo que encontró Donald Ross hace más de 100 años, tanta arena que los greens de la cancha eran también de arena. La esencia de Pinehurst #2 es en cierta forma similar a la de Augusta: fairways generosos y complicaciones cada vez más grandes cuanto más cerca del hoyo estás. La diferencia entre ambas empieza en la velocidad de los fairways y alrededores de los greens y esto es solamente debido a los diferentes tipos de pasto de cada una de ellas. La tupida resiembra de rye grass en Augusta la hace más lenta mientras que la bermuda cortada muy baja de Pinehurst hace que la pelota ruede hasta lugares impensados (algunas veces la penalidad parece demasiado severa para algunos golpes como el segundo de Rory en el 5 el domingo). Solo tenemos que imaginar Augusta con el pasto de Pinehurst y tendríamos este US Open que paso todos los años en abril.
La USGA hizo un gran setup de la cancha y no hubo ni una sola queja de los jugadores, algo que para el US Open es una novedad. Fue un gran test para los mejores del mundo, que muchas veces hicieron el ridículo con algunos chips, pero que nos dejó al final de la semana con 8 jugadores bajo el par y un score ganador que está dentro de lo que los organizadores pretenden del campeonato. La #2 volverá a ser sede del US Open dentro de 5 años y ya tiene otorgados varios más para los próximos 25 años. La USGA ha decidido hacer de Pinehurst lo que la R&A hace con St.Andrews, tanto que no solo ha trasladado el Hall of Fame desde St.Augustine a Pinehurst, sino que también sus oficinas están ahora allí.
En este escenario el jueves McIlroy y Cantlay saltaron a la punta con rondas de 65 mientras que Aberg quedó solo al frente con 5-bajo par terminado el viernes. Aquí creo que vale la pena hacer un alto para hablar de Scottie Scheffler. El #1 del mundo venía de ganar en Memorial la semana anterior y en Pinehurst solo pudo anotar 4 birdies en 4 días de juego, con dos de sus rondas sin poder hacer ni siquiera uno.
Ya para el sábado la cancha se había puesto todavía más peligrosa por que al calor de los primeros dos días se le sumó algo de viento. Apareció la figura de Bryson DeChambeau que con una gran ronda de 67 sacó tres de ventaja sobre Pavon, Cantlay y McIlroy. El francés lo acompañaría en el grupo final y apenas terminó la ronda del sábado todos empezamos a elucubrar sobre la anteúltima salida del domingo. El episodio en la Ryder entre el caddie de Cantlay y McIlroy nos vino a la mente, pero por suerte nada sucedió. Lo que si pasó fue que el irlandés abrió el domingo con un buen putt para birdie y el duelo con BDC comenzó temprano. Siguió jugando muy bien Rory, salvándose cuando lo necesitó y apretando el acelerador a partir del hoyo 9. Hizo 4 birdies en 5 hoyos y saltó al tope del tablero. Atrás BDC peleaba contra un driver que no colaboraba, contra las ovaciones que escuchaba adelante y contra una cancha que no se rendía. Acertó sólo 5 de 12 fairways el domingo (dos de ellos saliendo con hierro), pero se las ingenió para seguir haciendo pares. El primer problema lo tuvo en el 12 cuando el lie en las plantas nativas era horrible y solo pudo sacar para el costado. Allí se encontró a dos de la punta y allí fue donde pegó el segundo mejor golpe del día: la madera 3 en el 13 para alcanzar el green no solo fue perfecta sino que llegó cuando más lo necesitaba.
El desenlace fue dramático con McIlroy cerrando con tres bogeys en los últimos cuatro hoyos (con dos putts fallados muy cortos), con BDC también fallando uno corto en el 15, pero ejecutando el golpe del año en el hoyo 72. La sacada de bunker quedará en la historia del campeonato y la volveremos a ver cada vez que se hable de los grandes golpes del US Open. Al final la diferencia fue de un solo golpe en favor de Bryson DeChambeau y quizás todo se redujo a esto: a McIlroy le quedó el putt en bajada en el 18 mientras que a BDC le quedó en subida desde la misma distancia, pero esto sería una forma muy simplista de analizar lo que sucedió.
Todos recordamos lo que le costó a Tiger Woods ganar su major número 15. Pasaron 11 años desde Torrey Pines hasta Augusta en 2019. McIlroy lleva 10 años desde su major #4 y parece que el quinto será el más difícil de conseguir en su carrera. Tengo la impresión de que su caddie lo ayuda poco por no decir nada y en momentos de definición en donde pensar con claridad no es muy sencillo, el caddie tiene que ser la voz que diga la palabra justa y que lo ayude a tomar la decisión correcta. En 1999 Tiger iba por su segundo major en Medinah y en el hoyo 71 le quedó un putt de tres metros para mantener el golpe de ventaja. En uno de los momentos de más tensión en su carrera llamó a su caddie para que lo ayudara con la línea. Estamos hablando de Tiger. Cuántas veces vimos a “Bones” charlar con Mickelson o Thomas sobre la estrategia a seguir, cuántas veces vimos a Williams sacar a Tiger del stance cuando sentía que el viento cambiaba. Harry Diamond es amigo de la infancia de Rory. Probablemente su mejor amigo, que además no necesita el dinero porque viene de una familia millonaria, pero no me parece que sea lo que necesita McIlroy en este momento. Solo repasemos las últimas actuaciones del irlandés cuando estuvo cerca en un major. Volemos a Augusta en 2022 y allí Rory se puso -7 el domingo luego del águila en el 13. Si van a ver el video de la ronda final verán que no pegó ni un solo golpe bien desde allí hasta que la embocó del bunker en el 18.
Scheffler ganó con comodidad, pero si Rory seguía haciendo birdies nadie sabe cómo hubiera reaccionado Scottie. El año pasado en el US Open perdió por un golpe y en la ronda final solo hizo un birdie y fue en el hoyo uno. En Pinehurst cerró con 3 bogeys en los últimos 4 para perder por la mínima diferencia. Algo está fallando dentro de la cabeza del irlandés que debe estar desesperado por cortar la sequía que ya lleva 10 años. Creo que McIlroy estánecesitando cambiar algo y el caddie me parece el fusible lógico. Alguien que lo ayude en los momentos críticos sería un buen comienzo para llegar a ese quinto major.
El final fue todo festejo para un Bryson DeChambeau que se ha metido en el corazón de la gente, que entiende muy bien su rol de profesional de golf y al mismo tiempo de entreteiner, que con su golf poco convencional uno pensaría que el US Open sería el major más difícil para él y sin embargo ya lleva dos títulos allí, que también tuvo dudas en los momentos de definición y que supo pelear contra un swing que casi nunca estuvo bajo control. Un merecido campeón, que con una buena actuación en Troon es candidato a ser el jugador del año. Alguien que por estas cosas que están pasando en el golf profesional no estará en París y el golf olímpico perderá a una gran atracción.
Pasó el US Open y ya todos empezamos a pensar en Troon. Será una historia bien distinta, pero que quizás tenga a los mismos protagonistas en la definición.