En la Ciudad Eterna Europa logró una contundente victoria por 16 ½ a 11 ½ en la edición 44º de la Ryder Cup jugada en Marco Simone. Así, Europa sigue invicta en casa desde 1993 y su capitán Luke Donlad agrega una victoria más a su impresionante currículum. Donald jugó la Ryder Cup en 4 ocasiones (2002/04/06/10) y ganó todas las veces, y ahora también lo hace como capitán. Su récord como jugador es de destacar con el 70% de efectividad. De los mejores.
Los locales se quedaron el viernes con los 4 foursomes, a la tarde volvieron a ganar la sesión logrando 3 empates milagrosos, el sábado a la mañana volvieron a dominar la tercera sesión, sacaron 7 puntos de ventaja, y recién en el final del segundo día los Estados Unidos mostraron algo para quedar a 5 de cara a los individuales.
Los capitanes pusieron sus mejores jugadores al principio para los individuales del domingo. Ninguno quiso repetir los errores de Mark James en el 99 y de Love en 2012. Así, en los primeros 7 partidos hubo un empate, gran birdie de Rahm en el 18 para igualar con Scheffler, tres victorias de Europa (McIlroy, Hovland, Hatton) y tres para USA (Cantlay, Koepka, Homa). En los últimos 5 partidos se iba a definir la Ryder Cup, pero los visitantes necesitaban un milagro. Europa ya había llegado a 14 y solo necesitaba un empate en esos últimos matches para asegurar la copa mientras que USA necesitaba ganar los 5. Schauffele, de floja semana, venció al debutante Hojgaard y puso las cosas 14 a 10, Justin Thomas, de buena copa, le ganó a Straka en el 18 y los americanos se entusiasmaron con el 14 a 11. Fue un sueño que duró poco y cuando Fowler la tiró al agua en el 16, Fleetwood no lo perdonó. Un golpe de salida perfecto con su drive para alcanzar el green y dos putts para quedarse con el partido y darle el punto 15 a Europa para desatar la locura de la gente, jugadores, capitanes y caddies. Con todo resuelto, Jordan Spieth, de muy mala semana, hizo birdie el 18 para empatar con Lowry y en el match final McIntyre despachó a Clark en el 17 (mostró que está bastante lejos de poder ser mejor que Rory como dijo en la previa). Hasta aquí lo que sucedió, pero esta Ryder Cup dejó mucha tela para cortar.
En 2014 y luego de la derrota en Gleneagles, Mickelson haciendo de Mickelson, prendió fuego al capitán Tom Watson durante la conferencia de prensa posterior a los individuales, acusándolo de no consultar con los jugadores y de tomar decisiones sin la participación de ninguno de los referentes. Un clásico de esas personas que piensan que pueden hacer el trabajo de otros mucho mejor. La vieja máxima que dice que los jugadores juegan y los dirigentes dirigen no figura en los libros del zurdo. La cuestión es que esa derrota hizo que los jugadores tomaran control de la Ryder Cup, dejando a la dirigencia de la PGA de América casi sin voz ni voto en la elección de los capitanes, cantidad de picks, etc. La llamada “task forcé”, que por suerte le cambiaron el nombre, se encargó de todo a partir de 2016. Algo lograron y es dejar de perder de locales, pero todavía no pudieron resolver el tema de ganar de visitantes, algo que no ocurre desde 1993, cuando casualmente Tom Watson fue el capitán. USA ganó en Hazeltine en 2016 y Whistling Straits en 2021 (esta última fue el margen más grande en la historia de la copa), mientras que Europa ganó con comodidad en Paris 2018 y este fin de semana en Roma.
Luego de aquella victoria de 2016 y la posterior paliza que los americanos le dieron al equipo Internacional en la Presidents Cup de 2017, me dio la impresión de que a Europa se le iba a ser cuesta arriba por varias razones. Los americanos habían encontrado un grupo de jugadores jóvenes muy buenos y con muchos años por delante (Spieth, Thomas, DJ, Fowler), y como contrapartida algunos de los grandes nombres de Europa entraban en fase de retirada (Westwood, Poulter). Grave error de percepción de mi parte. Aparecieron nombres como Rahm, Fitzpatrick, Molinari y Hatton para mantener viva la Ryder Cup para Europa. De todas maneras, en los papeles los Estados Unidos siguen siendo mucho más fuerte que sus rivales, pero aun así no han logrado la supremacía que deberían tener.
La pregunta entonces es porqué los americanos no pueden ganar en Europa y porqué sí los europeos de vez en cuando ganan en USA. No creo que nadie tenga la respuesta exacta y no le crean a nadie que les diga que a los americanos la Ryder Cup no les importa, porque eso es una gran falacia. Estos jugadores son hiper competitivos y no quieren perder a nada de lo que juegan. La mejor foto de esto es verlo llorar a Scheffler luego de perder 9/7 el foursome del sábado a la mañana. No lo vi llorar cuando perdió los 35 millones en la Fedex de 2022. Tampoco hay que echarle la culpa al capitán de turno, porque si bien se puede cometer algún error, los que terminan pegando los golpes son los jugadores. Es cierto que mandar a jugar foursomes a Mickelson con DeChambeau, o Bubba Watson con Webb Simpson, como hizo Furyk en 2018 suena una locura, pero en general las equivocaciones de los capitanes saltan a la vista cuando su equipo pierde. Los americanos ponen todo, planifican absolutamente todo, le ponen el corazón en cada golpe, pero tienen un solo problema: Europa.
Los jugadores europeos nacen viendo la Ryder Cup y soñando con algún día jugar la Ryder Cup. Todos quieren ganar el Open o el Masters, pero para convertirse en leyendas del golf europeo saben que tienen que llegar a la Ryder Cup y ganarla. Esto viene de generaciones y arrancó allá por comienzos de los 80’ cuando Tony Jacklin tomó la capitanía y Ballesteros los convenció a todos que se podía vencer a los americanos. Las imágenes de Faldo llorando abrazado a Seve cuando ganaron en Oak Hill en 1995, Olazábal mirando el cielo con lágrimas en los ojos buscando a Ballesteros luego de la victoria en Medinah y hay mil fotos más que te muestran lo que significa para cada jugador de Europa la Ryder Cup. Hay imágenes de algún americano llorando cuando perdieron algún partido como la de Calcavecchia en Kiawah Island o la de Scheffler que mencionábamos antes, pero jamás los vi llorando cuando ganan. Los llena de alegría ganar la Ryder Cup, pero no los emociona como a los europeos, y creo que ahí parte la diferencia. En los papeles siempre el equipo de USA es superior al de Europa. Ranking mundial, cantidad de majors, estadísticas, etcétera, todo favorece siempre a los americanos, pero a la hora de clavar el tee todo eso desaparece y surge el más fervoroso deseo en los jugadores de Europa. Está en su ADN y nadie se los podrá borrar porque viven de eso y para eso.
Estadounidenses y europeos le ponen el corazón a la Ryder Cup. Estos últimos, además, le ponen el alma. Esa es la diferencia.