Empezamos a ponernos en modo Open y es tiempo de recomendarles un lugar que acabo de conocer y que bien vale la pena visitar. Ubicado a solo 35 minutos del aeropuerto de Glasgow y a menos de 10 de la sede del Open de este año, Dundonald Links es una de esas canchas que uno disfruta más allá del score.
El lugar fue donde Old Tom Morris creó el diseño original allá por fines del siglo XIX, pero el primer conflicto bélico mundial hizo que la cancha fuera abandonada. Hubo un intento de reconstrucción, pero al poco tiempo la segunda guerra hizo que otra vez la cancha quedará en el olvido. Pasaron los años, el club volvió a tomar impulso y no hace mucho Kyle Phillips, el mismo diseñador de Kingsbarns, fue el encargado de darle el diseño actual. Cuando jugué Kingsbarns por primera vez quedé gratamente impresionado por que, si bien está claro que el estilo es el de un link moderno, Phillips se encarga de que el recorrido sea placentero y que los greens tengan movimiento, pero que sean jugables, algo que no siempre encontramos en los nuevos diseños que emulan las viejas canchas británicas.
Quizás el único pecado que tenga Dundonald es que el mar no bordea ningún hoyo, pero eso es algo que dicta el terreno. Lo demás está todo para que el golfista disfrute de una buena cancha. El trazado abre con dos par-4 exigentes en donde el segundo golpe en el 2 es bastante más hacia arriba de lo que parece. Ya en el par-5 del 3 hay que tomar la primera decisión después de pegar un buen golpe de salida. Un arroyo cruza el fairway en diagonal de derecha a izquierda y la decisión de tirar a pasar es clave. El primer par-3 de la cancha llega en el 4 y con más de 200 yardas (dependiendo del tee que se elija), el par siempre será un buen score. Enseguida llega el segundo par-5 de la ida, un dogleg a la izquierda con bunkers a ambos lados del fairway y un green con una gran loma a la derecha que ayuda para el approach. El par-3 del 6 fue quizás el hoyo que más me gustó de la ida ya que con alrededor de 180 yardas se pone complicado si la bandera está escondida detrás del bunker de la izquierda. La ida cierra con 3 par 4, en donde el golpe de salida del 9 es ciego y solo se alcanzan a ver un par de bunkers que el jugador no puede saber si están por la derecha o la izquierda del fairway. La realidad es que hay poco espacio entre los bunkers y el rough de la derecha, con lo cual lo más aconsejable es jugar a corta de los bunkers. El problema ahora es que el segundo golpe será muy largo y con un pequeño hilo de agua enfrente del green.
Luego de parar en el muy buen bar del 9, el regreso abre con un largo y muy buen par-4 que tiene un green en dos niveles. Enseguida llega un par-3 muy corto y que tiene un green con bastante pendiente de atrás hacia adelante. Tengan mucho cuidado de no pasarse del green porque atrás hay un bunker en donde podes quedarte a vivir. Sigue el corto par-4 del 12 y el siguiente va pegado a las vías del tren con un green con un tremendo desnivel. El par-5 del 14 no presenta grandes dificultades con los primeros dos golpes, pero habrá que tener mucho cuidado con el approach a la bandera. Un green de dimensiones generosas, pero con diferentes plataformas que dificultan el putt si uno no está muy cerca del hoyo. El par-3 del 15 fue el hoyo que más me gusto en Dundonald. Algo más de 200 yardas, apenas hacia arriba, con frente falso en el green, bunkers por la izquierda y un muy buen green. Tiene quizás la mejor vista al mar de toda la cancha. Luego de dos par-4, vayan por la derecha de los bunkers con el golpe de salida en el 17 porque les aseguro que no vale la pena tratar de volarlos, el recorrido cierra con un par-5 que dobla a la derecha, minado de bunkers en el fairway y con un pequeño arroyo enfrente del green que los hará pensar a aquellos que quieran alcanzar el green con el segundo golpe.
Además de una muy buena cancha de golf, Dundonald Links le ofrece al visitante la posibilidad de hacer base allí para disfrutar aún más el lugar y tener la posibilidad de visitar otras canchas durante la estadía. El club cuenta con capacidad para albergar 157 personas, no en un hotel, sino en villas de 1, 2, 4 y 6 dormitorios. Estas villas no dicen mucho cuando uno las ve desde afuera, pero están totalmente equipadas y son de super confort. Las más grandes están ubicadas en forma de semicirculo y a pocos pasos de ellas hay dos putting greens para que los visitantes puedan practicar y jugar partidos a cualquier hora sin tener que moverse mucho. Estas villas cuentan con cocina completa, lava/seca ropa y la posibilidad de pedir una parrilla en el club para preparar un buen asado.
Dundonald ha puesto mucho énfasis en la sustentabilidad y el cuidado del medio ambiente. Luego del informe de Naciones Unidas de 2019 en donde habla que alrededor de un millón de especies están en peligro de extinción, y teniendo en cuenta que en Gran Bretaña cerca del 1% del territorio está cubierto por canchas de golf, el club hace un esfuerzo para que la cancha sea un paraíso para la vida silvestre. Poder jugar al golf en un entorno natural hace que la experiencia sea todavía mejor, y esto es uno de los pilares en los que Dundonald Links ha basado su desarrollo.
Está claro que nadie haría un viaje a esta parte del mundo para jugar solo una cancha y es por eso que hacer base en Dundonald tiene mucho sentido. Con Royal Troon, Glasgow Gailes, Irvine, Barassie y Western Gailes a solo 10 minutos de auto, y Turnberry a media hora, esta zona es una de las mejores para planear un viaje de golf con amigos. Si anda por el Open esta semana trate de darse una vuelta por Dundonald para conocer el lugar y jugar 18 hoyos, pero si un viaje a Escocia está en sus planes futuros, considere seriamente esta zona.