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Doble X

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Un putt hace la diferencia. Solo unos pocos milímetros pueden marcar la carrera de un jugador, para bien o para mal. Nadie sabe qué hubiera pasado si la pelota de Van de Velde pegaba un centímetro más al costado en la tribuna del 18 de Carnoustie. Probablemente hubiera hecho bogey y la historia sería otra; o cuando Tiger intentaba ganar su primer US Junio en 1991 y en el último hoyo de la final su pelota pegó en un árbol y en lugar de ir fuera de límites volvió al fairway. Lo más probable hubiera sido que hubiera perdido esa final  y quizás la leyenda no hubiese sido tal. Mucho menos de un centímetro fue la diferencia para Xander Schauffele en el último putt del PGA Championship en Valhalla. La pelota que se metió por el borde bien pudo haber salido del hoyo, quizás perdía el play off y la calma con la que jugó los últimos 9 hoyo en Royal Troon el domingo último no hubiera sido tal. La cuestión es que entró, ganó el PGA Championship y el domingo desfiló para quedarse con la edición 152 del Open para lograr el segundo major del año.

Un Open que recibió a los jugadores los días de práctica con el viento predominante en Troon, esto es cruzado a favor desde la derecha en casi toda la ida y cruzado en contra desde la izquierda en casi toda la vuelta, pero como esto es golf y lo inventó alguien con una mente retorcida, todo cambio el jueves. El viento se dio vuelta, sopló casi totalmente en contra en los primeros 9 hoyos y a favor en el regreso. El horario de salida tiene mucho que ver en las chances de los jugadores en el Open y los que jugaron tarde el jueves y temprano el viernes se llevaron el mejor clima, o quizás el menos malo. Habían pasado 36 hoyos y el torneo se había quedado sin DeChambeau, Aberg, Bradley, Zalatoris, Hatton, Fleetwood, Finau, Hovland, Smith, Theegala, y sin Rory McIlroy. El irlandés venía por la revancha de Pinehurst, pero quedó claro que le tomara mucho tiempo olvidar el final del US Open. En Troon se lo vio muy errático y sin la paciencia que se necesita para ganar este tipo de campeonatos. Esto quedó de manifiesto ya en el hoyo final del jueves. Es cierto que venía 6 sobre par y frustrado, pero lo único que tenes que hacer en ese momento es pensar que todavía te quedan 18 más el viernes, que el corte iba a ser alto y que no iba a necesitar mucho para estar el fin de semana. Cuántas veces hemos visto a un jugador pasar justo el corte, ligar con el clima el sábado temprano, meter una muy buena ronda y estar el domingo en la definición, pero McIlroy volvió a equivocarse en el 18 y su caddie otra vez no lo ayudó. No era driver desde el tee por que ponía en juego todos los bunkers del hoyo, pero como un novato arriesgó, la dejó pegada a la pared de uno de esos bunkers, tuvo que sacar para el costado y el bogey final le hizo firmar 78. En ese momento me quedó claro que el Open terminaría el viernes para McIlroy. Ni Tiger ni Jack hubieran cometido ese error. Hablendo de Tiger, me hizo ilusionar cuando se puso bajo par el primer día, pero su juego arriba del green no es ni cerca lo que era. Lo vi bien físicamente, pero está pagando muy caro la falta de competencia. Dijo que el año que viene vuelve al Open y que intentará jugar más en 2025. Será la única manera de volver a sentir el nervio de la competencia, que es en definitiva lo que te hace hacer score.

Para quien no terminaba la semana era para el campeón de 2019. Shane Lowry le tocó la peor parte del draw y aun así desplegó un juego fenomenal. Junto a él en el grupo final del sábado estaría Daniel Brown. Un inglés que venía de terminar 61 en el Scottish Open y que en las 7 presentaciones anteriores tenía 6 cortes fallados y un abandono. Una de esas historias que muchas veces nos trae el Open y que le dan un toque diferente al campeonato. Jugó bien el sábado, pero aflojó el domingo. Terminó top 10 y eso le aseguró un lugar en Royal Portrush en 2025, pero se fue algo triste por no haber jugado bien el día final.

La cuestión fue que el sábado nos trajo más viento que los primeros días, viento que fue en aumento a medida que pasaban los minutos, y viento ahora sí del lugar predominante. El tema fue que se le sumó la lluvia y los últimos 9 fueron una pesadilla para los grupos finales. “Los 9 hoyos más difíciles que he jugado en mi vida”, dijo Scottie Scheffler al terminar. Tan difícil estaba que varios no llegaron en dos golpes en los pares 4 del 13 y 15, la mayoría necesitó de una madera 3 en el par 3 del 17 y tanto Brown como Lowry tuvieron que pegar con el driver allí. Lo de Lowry fue raro porque arrancó el sábado con la misma precisión y tranquilidad que los primeros dos días, pero bastó que hiciera un doble bogey en el 8 (uno de los mejores pares 3 del mundo) para que su juego se derrumbara. Allí apareció Billy Horschel que jugó muy bien de ida e hizo 7 approach y putt en el regreso para firmar 68 y con un total de -4 adueñarse de la punta del Open. Ay Rory, Rory, si tan solo hubieras tenido algo más de paciencia …..

A un golpe arrancaban el día final Brown, Rose, Schauffele y a dos  Scheffler. El número 1 del mundo nunca se pudo embalar y los 4 putts del 9 el domingo lo sacaron del campeonato. El resto comenzó bien y fue Rose el que mejor lo hizo para quedar al frente. Xander hilvanó varios pares hasta que sobre el final de la primera parte del recorrido embocó dos putts y fue como si hubiera prendido el motor. Un perfecto segundo golpe en el 11 desde el rough fue el primer birdie del regreso y allí se trenzó en un duelo con Rose, su compañero de juego. El campeonato empezó a tomar un rumbo en el 13 cuando parecía que el inglés podía darle alcance al norteamericano, pero fue Schauffele el que embocó primero y Rose falló desde más cerca. Otro birdie más en el 14 para poner 3 de ventaja y un último en el 16 para poder caminar el 18 sabiéndose ganador. “Caminé con una calma muy especial los segundos 9 hoyos”, le comentó el ganador a su caddie en el tee del 18 luego de pegar el golpe de salida. La respuesta de Austin, su caddie y amigo de muchos años, llegó de inmediato: “Yo estoy a punto de vomitar de los nervios”.

Los nuestros tuvieron las dificultades lógicas de cada caso. Santiago de la Fuente, ganador del LAAC, sufrió las consecuencias de una cancha que no te regala nada y que no está acostumbrado a jugar. El “turco” Ancer pasó el corte con lo justo embocando un gran putt en el 18, pero se lo nota algo fuera de competencia. Lo de Niemann merece un capítulo aparte porque luego de 71 el primer día había arrancado bien el viernes, pero tropezó con el 8 y se llevó un quintuple bogey luego de no poder salir de los bunkers. Hizo 31 en el regreso para otro brillante 71. El sábado estaba peleando la ronda y esta vez fue el difícil hoyo 11 el que le costó el campeonato: una injugable y otra afuera para otro quintuple bogey. De uno te podés levantar, pero de dos quintuples es muy difícil. Grillo anotó cuatro doble bogeys en los primeros 54 hoyos que lo privaron de estar en la pelea. Transformar esos dobles en simples bogeys lo hubiera tenido el día final a cuatro del líder. Está pegando mejor y no me sorprendería que los buenos resultados aparezcan, aunque debe apurarse para meterse en los play offs.

Record de público para un Open en Troon (más de 258 mil), una semana que tuvimos todos los climas, como debe ser, una cancha que le borró las dudas a aquellos que decían que no era una gran prueba para los mejores del mundo y un campeón que ahora juega y cierra con la calma que lo hacen los saben que pertenecen a la elite. Todo por unos pocos milímetros.

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