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Más que merecido

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Por dónde empezar. Quizás debería hacerlo por la alegría más reciente. Quizás por sus comienzos allá en Medellín. Quizás por contar el calvario por el que tuvo que pasar. Me parece que cualquiera de esos caminos sería el equivocado. El ser humano que es Camilo Villegas está por encima de todas las cosas que le tocó vivir en sus 41 años en este mundo, por lo tanto, vale la pena empezar por allí.

Hay personas en este mundo que se destacan desde muy temprano. Son aquellas que tienen claro qué es lo que van a hacer en sus vidas a muy corta edad. Camilo supo de muy chico que el golf era su vida y que el PGA Tour sería el lugar en donde iba a desarrollar su carrera. Su imagen, su forma de moverse, su convicción para lograr el mejor estado físico posible, algo que copió de su ídolo Gary Player, y su personalidad avasallante lo convirtieron rápidamente en uno de los favoritos del público. Recuerdo un torneo en Doral en donde Tiger y Phil pelearon por el título, pero en donde toda la comunidad latina de Miami estaba siguiendo a este colombiano que tenía un imán muy especial con la gente.

La condición de súper estrella está reservada para unos pocos. Algunos lo logran a base de dominar el deporte a su antojo ( Nicklaus), otros también dominando en forma increíble y con un magnetismo sin precedentes (Tiger, Palmer), y hay otros que sin ganar en la misma proporción que los antes nombrados generan en la gente/jóvenes algo que el resto no tiene. Aquí entra Camilo Villegas, también Rickie Fowler, y lo que produjo el colombiano en la segunda mitad de la primera década de este siglo fue un boom como no se había visto antes. Las razones del estallido de la spidermania no estuvieron relacionadas solo a cuestiones golfísticas, Villegas recién ganó en 2008, sino que la gente vio en él al hombre detrás del golfista. Un tipo serio, súper profesional, dispuesto a parar y firmar los autógrafos que fueran necesarios, etc. En definitiva, un hombre genuino.

Fueron 10 años de sonrisas y alegrías para Villegas. El preludio de lo que serían 9 años de los peores que puede vivir un deportista y un ser humano.

Su compañera en la vida tenía que ser colombiana, dijo alguna vez Villegas. La razón de esto es muy simple dijo: “porque cada vez que tengamos tiempo libre a los dos nos van a dar ganas de volver a Colombia”. María llegó para ser el complemento perfecto de Camilo. Casi al mismo tiempo apareció la lesión en su hombro que lo dejó fuera del golf, pero que le hizo descubrir su otra pasión: la bicicleta, que en su tierra natal es furor. El golf había pasado casi a un segundo plano y los resultados no ayudaban cada vez que intentaba volver al circuito. Entre el comienzo de la temporada 2015 y hasta hace dos semanas había logrado solo 4 top-10 en el PGA Tour. A comienzos de 2020 llegó Mia a sus vidas y la felicidad parecía completa, pero un año y medio después comenzó una pesadilla que duró más de cinco meses. Los tumores en el cerebro y su columna terminaron con la vida de la pequeña. Allí apareció el ser humano inquebrantable que es Villegas.

El dolor inmenso de ambos lo transformaron en inspiración para ayudar a otras personas. La ayuda inconmensurable de la familia Nicklaus a la familia Villegas se puso otra vez de manifiesto para lanzar Mia’s Miracles. La fundación se dedica a brindar soporte a familias de niños con enfermedades terminales.   Camilo decidió que era tiempo también de volver a jugar al golf y un mes más tarde ya estaba compitiendo. No fue fácil la vuelta a la competencia y muchos dudaron de su capacidad para volver a ser competitivo, pero su voluntad pudo más. Korn Ferry Tour era el único camino posible para volver a las grandes ligas, ya que en las invitaciones que recibía para jugar en el PGA Tour no lograba buenos resultados. Este año se encontró con José “Pepa” Campra, charlaron, Pepa le explicó lo que veía y cuál sería el plan para que volviera a ser el jugador de antes. A Villegas le gustó lo que escuchó, aceptó el desafío y ambos se pusieron a trabajar. Esto fue en febrero de 2023 y Pepa no le mintió cuando le dijo que le llevaría un buen tiempo corregir la trayectoria de sus golpes. Los resultados seguían sin aparecer hasta que hace un par de semanas Villegas volvió a sentir esos nervios en el estómago que aparecen cuando el jugador se prende en una definición. Pudo haber ganado en Los Cabos, pero cuando alguien te hace 28 en los últimos 9 hoyos es poco lo que puedes hacer. Viajó a Bermuda sabiendo íntimamente que estaba listo para volver a ganar, que su juego era otra vez confiable y que la mente estaba en el lugar indicado.

Hizo todo bien en los cuatro días de competencia y cuando llegó al green del hoyo 72 sintió que la tarea estaba cumplida. Pegó el primer putt y luego de marcarla sabía que había ganado. Miró al cielo buscando esa paz que Mia le brindaba y se repetía a si mismo: “uno más”. Pocos centímetros lo separaban del hoyo y con el mismo temple de siempre embocó el último putt. Hasta Alex Noren quería que el triunfo fuera para Villegas y así se lo hizo saber cuándo se confundieron en un abrazo. Luego la celebración con los brazos abiertos, los ojos al cielo, las lágrimas difíciles de contener y el abrazo con su amigo Nicolás Echavarría. La vuelta estaba consumada y el hombre volvía a sonreír. En casa María y el pequeño Mateo, que todavía no cumplió 2 años, celebraron. Ella con las mismas lágrimas, mientras que el niño lo hacía sin entender muy bien por qué.

En sus 41 años en este mundo Camilo Villegas ha transitado las mayores alegrías y las tristezas más profundas. Solo alguien de sus cualidades es capaz de haberlas sobrellevado de la forma que lo hizo. Hoy es tiempo otra vez de alegrías, que se valoran mucho más que antes y que marcan el comienzo de una nueva etapa en su carrera como deportista. Camilo Villegas volvió al triunfo. Más que merecido.

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Esta entrada tiene un comentario

  1. Luis Borrero

    Qué buena nota. Gracias.

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