Raúl Pereda sabe que los mensajes de texto estarán llegando. Los recibirá tras un corte realizado, un green de tres putts o cuando haga bogey en un par 5.
Esta mañana de miércoles de febrero, cuando Pereda comenzaba el día en su apartamento de Ponte Vedra Beach, el último mensaje decía: “¿A qué hora te veré hoy, cariño?” Pereda también recibe muchos de estos mensajes.
No provienen de su hermano, entrenador o manager, aunque el remitente puede encajar en cualquiera de esas descripciones en cualquier momento. En el otro extremo de esos mensajes está Jeff Klauk, ex miembro del PGA TOUR convertido en mentor y mejor amigo de Pereda.
“Buenos días, sol”, saluda Pereda a Klauk. “¿Estás listo? ¿Te ves bonita hoy?
“Con el tiempo”, bromea Klauk.
Cuando Pereda está en casa, así es como comienzan la mayoría de los días: un desayuno rápido, ejercicio y luego una reunión con Klauk, normalmente en ese orden. Klauk es lento por las mañanas, un efecto secundario de su medicación para la epilepsia.
Separados por casi dos décadas, Pereda, de 27 años, y Klauk, de 46, ambos están unidos por sus intereses compartidos en el PGA TOUR. El camino de Pereda acaba de comenzar. El de Klauk se vio truncado por circunstancias fuera de su control. A partir de esa base compartida, ha florecido una relación mutuamente edificante: una unión que sirve para que uno crezca y para que el otro se recupere y para que las ambiciones de ambos hombres sigan vivas.
Pereda está feliz de hacer su tercera presentación como miembro del TOUR esta semana en su país, en el Mexico Open at Vidanta. Amigos y familiares estarán en el lugar para animarlo, pero uno de sus mayorese animadores estará en Florida. Klauk tendrá listo su televisor y su teléfono.
“Se nota que ahora está viviendo su sueño a través de mí”, dijo Pereda. “Igual no estoy haciendo esto solo por él. Estoy haciendo esto por mí mismo. Pero estoy muy contento de que alguien de mi círculo íntimo de personas aprecie y valore lo que estoy haciendo más que nadie”.
Uno de esos toques clásicos de Klauk se produjo después de la ronda final de la segunda etapa de la PGA TOUR Q-School en diciembre pasado. Pereda pensó que había desperdiciado su oportunidad de llegar a la etapa final después de que un bogey en los últimos nueve hoyos lo dejara fuera de la línea de corte. Fue necesario un mensaje de texto de Klauk para que Pereda se diera cuenta de que dos bogeys tardíos de sus competidores le habían permitido clasificarse.
Pereda aprovechó eso para obtener una tarjeta del PGA TOUR dos semanas después en las Finales, paseando su golf por la Dye’s Valley de TPC Sawgrass, un campo en el que Pereda jugó docenas de veces para en la Universidad de Jacksonville. Con ronda final de 69 ganó su tarjeta al TOUR por un golpe. Klauk caminó todos los hoyos y estuvo allí para celebrar cuando Pereda salió del green 18. Los dos hombres se abrazaron y lloraron.
Klauk sabía más que la mayoría lo que significaba ese momento. Ése fue una vez él. Todavía sueña con volver al PGA TOUR. En realidad, su cuerpo le robó esa oportunidad hace mucho tiempo.
Klauk jugaba en el Korn Ferry Tour cuando experimentó su primera convulsión en junio de 2006. Poco después le diagnosticaron epilepsia. Klauk manejó la condición lo suficientemente bien como para ganar su tarjeta del PGA TOUR por primera vez en 2009 y se destacó como novato, acumulando $1,24 millones en ganancias con tres top 10 y un T14 en THE PLAYERS Championship. Pero justo cuando su carrera despegaba, volvió a descarrilarse. Klauk tuvo otras convulsiones que, combinada con otras lesiones no relacionadas, lo limitó a 29 eventos entre el PGA TOUR y el Korn Ferry Tour en 2010 y 2011. Jeff se sometió a innumerables pruebas y múltiples cirugías para tratar de solucionar sus problemas pero no funcionaron. Klauk no logró ganar el dinero suficiente y en 2013 perdió su tarjeta del PGA TOUR.
Klauk tiene todos los motivos para estar amargado. Pasó años trabajando para llegar al PGA TOUR, sólo para que una fuerza externa lo quitara de allí cuando alcanzó su meta.
“El Señor me permitió vivir mi sueño de al menos jugar en THE PLAYERS, que siempre fue un sueño cuando era niño”, dijo Klauk. “Así que no me puedo quejar de las cosas. Por eso me encanta ayudarlo (a Pereda) porque, ya sabes, ahora él puede vivir su sueño”.
Su amistad es inesperada en la superficie. Por edad, Klauk podría ser el padre de Pereda. Klauk se convirtió en profesional cuando Pereda tenía 4 años. Sus orígenes son tremendamente diferentes. Klauk creció a pasos del campo Dye’s Valley como hijo del superintendente de TPC Sawgrass. Rocco Mediate y Vijay Singh fueron sus mentores. Estaba destinado a ser golfista. Pereda creció en Córdoba, México, y dividió su tiempo entre baloncesto, tenis, natación, fútbol y golf. El hecho de que decidiera dedicarse al golf tuvo más que ver con su físico. Sin embargo, ven mucho de sí mismos el uno en el otro.
Pereda está acostumbrado a que duden de él. Ignorado por la Universidad de Florida, Pereda optó por Jacksonville. Se convirtió en profesional en 2018 y ganó en su segundo torneo en el Tour de Golf Profesional de México. “(Tuve) ese pensamiento codicioso y arrogante de que esto va a ser muy fácil”, dijo Pereda.
Pasó los siguientes cinco años en el PGA TOUR Latinoamérica, jugando consistentemente como para mantener su tarjeta, pero nunca lo suficientemente bien como para llegar al Korn Ferry Tour. Estaba estancado. Un sentimiento que Klauk ha sentido con demasiada frecuencia durante su batalla contra la epilepsia.
“Jeff era un gran trabajador”, dijo Pereda. “Ese era su talento”.
Pereda conoció a Klauk por primera vez en 2013. Raúl todavía era un estudiante de secundaria en México, pero los dos compartían instructor en una academia de golf local cerca de Ponte Vedra Beach. Pereda era un niño, todavía le faltaba un año para mudarse a los Estados Unidos para su primera temporada en Jacksonville. Klauk ya había perdido su tarjeta TOUR pero estaba planeando un posible regreso. Centrados en sus propias aspiraciones, los dos se veían de vez en cuando pero no pasaban mucho tiempo juntos.
Su relación no creció hasta casi una década después, cuando Pereda se unió al Palencia Club en 2022, del que Klauk es miembro desde hace mucho tiempo. Fue entonces cuando Klauk empezó a ver a Pereda como una versión más joven de sí mismo. A Klauk le tomó varios años llegar al PGA TOUR. Pereda estaba en medio de esa batalla y Klauk quería darle a Pereda la misma tutoría que recibió de Mediate y Singh.
Los consejos fueron (y siguen siendo) amplios. Desde cómo tirar putts en los greens de Poa annua en la costa oeste hasta estrategias específicas sobre los hoyos que Pereda jugará esa semana, sus intercambios siempre presentan un poco de sarcasmo.
“¿Cómo diablos hiciste un bogey en ese par 5? Se supone que debes hacer birdie cada vez”, dijo Pereda, imitando la voz de Klauk.
“No hay nada peor que un bogey en un par 5”, respondió Klauk.
Sin embargo, la mayoría de las veces es un consejo de vida. Pereda pasó por alto por completo el Korn Ferry Tour gracias a Q-School. El Korn Ferry Tour suele ser un curso intensivo para los jugadores más jóvenes sobre cómo gestionar su tiempo y su dinero. Fue para Klauk. Pereda se salteó ese paso y Klauk intenta llenar esos huecos.
Pereda es la ventana de Klauk a su vida pasada, cuando la epilepsia no dominaba el día a día. Lo vigoriza y lo mantiene conectado con la escena del golf profesional que ama. La memoria de Klauk es irregular en la mayoría de las cosas, pero es muy clara cuando habla de su carrera. Juegan golf a menudo cuando Pereda está en casa. Klauk pasa el tiempo recitando historia tras historia de sus días como jugador. Los días que no juegan golf, Pereda pasa por casa de Klauk después del gimnasio. Pereda valora su papel en la rutina diaria de Klauk. Klauk ahora puede conducir, pero durante mucho tiempo su epilepsia se lo prohibió. Entonces ahí estuvo Raúl.
“Simplemente me llevaba a cualquier lugar”, dijo Klauk.
Pereda se ha convertido en una parte arraigada de la familia de Klauk. Asesora al hijo de Klauk, Jackson, un estudiante de primer año en el equipo de golf de la Universidad de Jacksonville. “Es mejor que venga de él”, dijo. Pereda sabe que Jackson no escuchará a su padre.
Pereda y Klauk frecuentemente cenan en casa del otro y se presentarán sin previo aviso.
“Simplemente abre el refrigerador, toma una cerveza y se siente como en casa”, dijo Pereda. “Él me adora. Y me llama al menos cuatro veces al día”.
Esos llamados son algunos de los momentos favoritos del día de Pereda. Gran parte son bromas. Pereda inevitablemente lo llamará Jeffrey para molestarlo. Los dos hablarán de golf y de vida. Pereda le preguntará a Klauk cómo se siente y cómo le sientan los medicamentos.
“Él me mantiene joven”, dijo Klauk.
Pereda se emociona al hablar de Klauk. El camino de Pereda también se ha convertido en el de Klauk. Él lo sabe y lo acepta. Simplemente está feliz de que alguien lo acompañe.
“Jeff siempre me hace llorar”, dijo Pereda. “Lo estaba haciendo muy bien. Simplemente se vio obligado a renunciar. Y por mucho que quiera volver, no puede”.
Pero Klauk ha vuelto. Ya no pega tiros, pero está con Raúl mientras lo hace. Klauk está ahí cuando Pereda pega un golpe que Klauk le enseñó, o cuando Pereda mete un putt en los greens para los que Klauk lo preparó. Y seguro estará en su cabeza en el Mexico Open esta semana.