Arrancamos nuestro diario de cada major un día antes de lo habitual y el motivo es que llegué antes de lo previsto a Inglaterra.
Pasaje sacado con mucha anticipación por que existía la chance de hacer una entrevista para Paco Alemán Confidencial, el programa de entrevistas en Golf Channel Latinoamerica, pero se canceló hace un par de semanas. No valía la pena cambiar el ticket y con tres días en Londres empecé a armar mi programa.
Buenos amigos me hicieron algunos contactos y se organizó golf para viernes y domingo, dejando el sábado para la otra actividad que disfruto cuando me toca venir a esta ciudad. La mala noticia fue que cuando aterricé el viernes la lluvia ya había empezado a caer y continuaría por todo el día. Abrí el teléfono y tenía un mail de la persona que me invitaba a jugar a Sunningdale diciéndome que me pedía disculpas, pero que el golf estaba cancelado. Llegué al hotel, me tiré un rato, ducha para sacarme la sensación del avión y me subí al auto. “Si no juego por lo menos voy a ir a conocer Sunningdale”, me dije a mi mismo.
La media hora de manejo fue bajo una tenue lluvia y para el momento que llegué al club casi no llovía. Pregunté si podía jugar y me autorizaron. Por supuesto, en ese momento volvió la lluvia, pero ya tenía decidido que valía la pena mojarme y conocer una de las buenas canchas de Inglaterra. La foto era la siguiente: Absolutamente nadie en la cancha. Llovía despacio, pero en forma constante. Bolsa en carrito y al tee del 1. Cuando terminé me alegré de haber jugado. La Old Course de Sunningdale es una de esas canchas que se disfrutan más allá del clima. Para nada larga, menos de 6700 yardas desde el fondo, tiene una muy buena combinación de hoyos cortos y largos, con algún par 4 que se puede llegar al green con el golpe de salida, y otros en donde llegar en dos golpes no es sencillo. Cuando terminé un grupo de socios que tomaba algo en la galería me aplaudieron como reconociendo el esfuerzo de haber jugado bajo la lluvia (sin paraguas).
La otra ronda de golf fue en Wentworth, sede cada año del BMW PGA Championship que es el torneo más importante de Europa después del Open. Torneo que ganara Vicente Fernández allá por finales de los 70 y más cerca en el tiempo, Ángel Cabrera en 2005. Esta vez el tiempo acompañó y el socio que me invitó trajo otros dos buenos jugadores. Muchas similitudes entre Sunningdale y Wentworth, los clubes están a pocas cuadras uno del otro, con un terreno muy movido. La cancha tiene más de 7200 yardas, quien me invitó pegaba larguísimo y me sugirió jugar del fondo. Por suerte están cuidando los tees de salida para el campeonato que es en dos meses y en la mayoría de los hoyos pegamos de más adelante. Un house mucho más moderno que el de Sunningdale, pero con mucha historia y fotos de todos los grandes que han ganado allí. Cada ganador ha dejado un palo allí y el putter Ping de Cabrera está en una vitrina.
Tanto Sunningdale como Wentwoth eran dos canchas que quería jugar y por suerte pude hacerlo en estos días previos al Open.
Les dije que el sábado se lo dediqué a otras de las cosas que disfruto cuando Londres es mi destino, y así como las dos canchas que jugué las tenía en mi lista de pendientes, Les Miserables también estaba al tope de los musicales que siempre quise ver. Nunca la había encontrado en cartel, pero ahora sabía que estaba. La música que le han puesto a la famosa obra de Víctor Hugo fue siempre una de mis favoritas y la puesta en escena es sencillamente inigualable. He visto muchos de los muy buenos musicales, pero ninguno se le acerca a Les Miserables. Como era sábado y las obras tienen dos funciones esos días saqué entradas para la de más temprano porque había otra cosa que quería ver y poco tenía que ver con la anterior.
Cuando yo era chico, allá lejos y hace tiempo, escuchar la música de ABBA era algo que no se me ocurría. La llegada de la obra de teatro Mamma Mia y las posteriores películas devolvieron al grupo sueco a la popularidad que habían tenido en la década del 70, pero multiplicada por 1000. Los tentaron de todas las formas posibles para que volvieran a hacer un tour mundial, pero no hubo cifra que los moviera de su retiro. Entonces a alguien se le ocurrió una idea. Ayudado por Inteligencia Artificial y hologramas, se armó un show llamado ABBA Voyage que es sencillamente increíble. En una arena ubicado a metros del Estadio Olímpico de Londres, las más de 8 mil personas que colmamos el ABBA Arena nos metimos en un viaje extraño. Todos sabemos que vamos a ver un show de holografías, que los personajes no están allí, pero dos minutos después que aparecen en escena a todos nos pareció que los cuatro habían venido en el túnel del tiempo desde la década del 70 y tocaban para nosotros. Son tan reales los movimientos, el video y el sonido, que por una hora y media los estás volviendo a ver como hace 45 años. Tan real es todo que inclusive los cuatro en diferentes momentos hablan con el público entre tema y tema. Puede ser que alguno no le guste la música, pero solo por el tema tecnológico vale la pena ir a ver el show.
Terminó la previa y ya el lunes estaré en Royal Liverpool para empezar a vivir la edición 151º del Open. Con McIlroy como último ganador aquí y con el irlandés habiendo ganado el Scottish Open. Será sin dudas el favorito, pero de todo esto nos ocupamos a partir del lunes.
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La semana pasada hablamos de AI y los fakes que habrán en el futuro. Ya se está hablando de incluir un código QR para poder distinguirlos. Fuerte abzo Diemvers